En su nuevo libro, Francis Fukuyama argumenta que la expansión de estas «democracias iliberales» es fruto de una reacción frente a la percepción social de que los regímenes liberales se han mostrado impotentes para enfrentar los problemas generados por la desigualdad que ha traído consigo el capitalismo globalizado.
Fukuyama se hace cargo de las distintas objeciones al liberalismo provenientes tanto de los planteamientos conservadores como de los progresistas, para concluir que el problema del liberalismo no está realmente en debilidades fundamentales de su doctrina, sino que lo que genera los descontentos es más bien la forma en la que los sistemas liberales han evolucionado desde los años setenta.
Por grande que sea el descontento en las democracias liberales, la opción liberal sigue siendo superior a las alternativas iliberales. Y Fukuyama demuestra que el liberalismo, al contrario de lo que sostiene Vladimir Putin, no está «obsoleto», sino que continúa siendo necesario, hoy más que nunca, en nuestro mundo diverso e interconectado.