El psicoanálisis precisa que en su recorrido algo de la escritura acontezca. La del paciente, con sus traumas, sus síntomas, sus pesares, y la del analista, con sus intervenciones, sus interpretaciones, y esa manera tan suya del acierto: sus fracasos. Presenciamos los análisis de niños y adolescentes en las páginas de este libro lúdico y vital, porque María Marta Rodríguez nos propone el juego doble de la ficción y la clínica. Lejos de la nostalgia de un saber perdido, y cerca de uno que se articula caso por caso, la clínica de Bitácora de una práctica psicoanalítica, nos devuelve al terreno fértil donde el enigma y el juego se conjugan. Como anuncia desde el prólogo Silvina Gamsie: “En el plano clínico, nuestra apuesta consistirá en el intento de volver a enigmatizar la relación de los pequeños con un exceso de saber que, en verdad, no devela nada, para que algo de ese exceso que escapa a las fronteras del juego readquiera un estatuto de ficción”.
Con un amplio recorrido como practicante y supervisora en instituciones hospitalarias, la cercanía de su experiencia nos aproxima al suelo más vivo de una entrega necesaria. “Se trata más bien de la transmisión de una práctica que, sin dejar de traslucir las marcas, las referencias y los referentes, transmite la frescura y la originalidad que hace de cada caso un caso único, echando por tierra en la tierra de los niños el prejuicio de la supuesta marca oprobiosa que dejaría un análisis en la infancia”, afirma S. Gamsie.
Un psicoanálisis con niños y adolescentes que, en definitiva, es una continua invención de las herramientas precisas para la clínica de hoy. Una apuesta renovada por la subjetividad de una época que no deja de confrontarnos, para saber si estamos a su altura. Un intento logrado a la hora de compartir esta aventura de un analista, esta bitácora, este cuaderno de un viaje que resulta mucho más valioso por su recorrido que por su conclusión. Necesario cada vez que queramos “embarcarnos” en esta praxis llamada psicoanálisis.