Creo que la lectura es este libro es imprescindible, o por lo menos muy necesaria. Es uno de los hitos que la cultura nos ofrece no sólo para informarnos sino para producirnos una transformación, un cambio de conciencia. Y en este caso, en el tema de la maternidad, es un cambio que como seres individuales y como sociedad necesitamos.
A ningún observador atento se le escapa la profunda contradicción que la sociedad tienen respecto a la maternidad. Por un lado, nuestra tradición judeo-cristiana la sacraliza, pero por otro lado la denigra. Y esto se traduce en un lugar confuso: ¿se la valoriza?, ¿se la castiga?, ¿se la esconde?, ¿se la revela? No siempre está claro y suelen ser mujeres de carne y hueso quienes sufren en sus vidas esta contradicción.
Es por eso que leer “Palabras Grávidas” es disponerse a ingresar en un calidoscopio donde se multiplican las miradas sobre el nacer y el parir, sobre recorrer ese entretejido que une los deseos, los intentos, los logros, las luces y sombras de todos los hombres, y que descubre cómo el hecho más común y más animal puede ser al mismo tiempo el más sagrado y maravilloso: nacer, ser.