En este libro se trata sobre la relación entre la paternidad y la ternura; entre la paternidad y los afectos paternos. Más específicamente, sobre la influencia e integración de estos en la relación actual del padre con sus hijos.
Casi nada existe sin el rol y sin los afectos de quien, siendo adulto, ocupa las competencias y funciones que le corresponden al padre, un adulto que, incluido en lo social y desde una gestión vincular, intenta dar cuerpo al apuntalamiento, provisión y guía de los niños y jóvenes. No hay sociedad que sea indiferente a las características y estilos de masculinidad adulta y a la relación que establecen los padres con los hijos. Porque la relación y la ejemplaridad que estos ejercen con sus vidas y con sus mensajes, talla hondamente en los jóvenes, formando conciencias y futuros actos. Se ha cifrado como virtud y condición del buen desarrollo psicológico al amor materno y a las habilidades de crianza que parten de las madres, raleando en las reflexiones sostenidas el tema de la afectividad paterna como talento y condición natural del buen y sano desarrollo de los niños y jóvenes. La autoridad es paterna, se ha sostenido como una verdad atemporai. En cambio, la dulzura y suavidad tienen nombre de mujer. Polaridades que oscilan y pueden integrarse. Polaridades que coinciden con las funciones que hombres y mujeres realizan milenariamente en el mundo.